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Los 11 puntos lunares de una mujer

Una chica ardiente tengo 650789

Al ocuparnos de la coqueta debemos hacer una definición del coquetismo y la coquetería. La coquetería es instintiva, natural; el coquetismo estudiado, artificial. El deseo de agradar encerrado en sus justos límites, no debe censurarse como se censura de ordinario: el deseo de agradar nos hace ocultar defectos, adquirir cualidades, reprimir nuestros fuertes ímpetus, sofocar nuestras pasiones y presentarnos con elegante distinción, respetando las fórmulas exigidas por la urbanidad y las conveniencias sociales. El deseo de agradar es inherente a la niña, la joven y la anciana. El primero que comparó la coqueta al conquistador, estuvo muy inspirado: ambos destruyen, aniquilan, devastan y siembran por todas partes el llanto, la desesperación y el luto. La coqueta hace su veloz carrera de una manera infame; sus trofeos representan un corazón lastimado, una ilusión marchita o una esperanza muerta. Su paso por el mundo es peligroso; la ocupación constante de su vida es templar las flechas de su aljaba, las saetas de su carcaj y dispararlas contra el primero que se le presente. Del rizo se presenta toda una edición aumentada o disminuida, y se promueve un lance del cual salen todos coaligados para dirigirle una epístola en términos semejantes a estos.

Bueno soy sincera amigable trabajadora me guste hacer amista conocer gente de otros países soy enfermera tengo hijos me gusta bailar. Yo quiero que el agua se quede sin cauce. Yo quiero que el viento se quede sin valles. Quiero que la noche se quede sin ojos y mi corazón sin la flor del oro. Hola soy una persona que me gusta hacer amistades en todo el mundo y conocer varias culturas. Soy muy risueña y buena onda, no me gustan las personas vulgares y prepotentes, solo quiero amistades, no relaciones de pareja ni intimidad. Puede ayudarte escribir una carta de despedida, arrojar piedras al mar con todas fuerzas, y hasta gritar en cada lanzamiento.

Pero a pesar de ello, su amor por ella es violento en el sentido de que es apasionado en extremo y genera una actitud defensiva brutal. Cabe destacar que hacia el final de la novela le admite a Elena que ya no le interesa para nada la violencia, no tanto por haberse saciado sino por haberla superado. Como le explica. He vencido a mis antiguos enemigos y ahora puedo, si quiero, redondear mi venganza en sus descendientes. No me interesa, ya ni quiero molestarme en levantar la mano contra ellos.

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